Me niego a que se pudran estas venas
por las que mis padres y otros míos
navegan viniendo desde tan lejos;
no quiero ese final para estos ojos
con los que miro y lloro;
para estos pies
que beben andando sobre la tierra
la sed de los caminos;
no se volverán carroña, merienda
de gusanos, este cerebro
ni este corazón cuando yazgan sin irrigación, inmóviles;
nacieron mis brazos para abrazar. llegará el día
de abrasarse, incinerad lo que quede de este cuerpo.
No sabe hacer otra cosa que arder,
ese es su destino,
ese será el incienso que ofrendaré a los dioses.