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Del libro
Baladas de la piedra, del amor y de la muerte

 

En busca va de calma,
vuelven los pasos del poeta hacia la vastedad del mar,
ansía hallar en su infinito
bálsamo para su alma,
mientras, lejos, escucha desbarrancarse al río
que de su destrucción hace su rito,
mas ve que el mar se encrespa en olas para implorar al cielo,
tamaño desvarío
lo rompe en mil pedazos
y cae otras mil veces sin encontrar consuelo;
no hay quietud en el mar
y no hay regazos
para el agua sedienta de cauce terregoso
que en su delirio busca un mar sereno;
es el poeta mar y al mismo tiempo río
y como mar y río no encontrará reposo.