(homenaje a Xanno)
No es torre de marfil,
es torreón de vigía la
torre de los alucinados.
Por las noches jamás
se apaga el lamparín:
el poeta no deja de soñar.
Trashumantes andarines
van escalando la colina
guiados por el duende
de rabo azul y triste.
La música de sus pasos
despierta a los grillos,
intérpretes de barrocas
sonatas en las escaleras.
Llega el juglar andarín
a la torre desierta,
mientras duerme hecha
a volar sus sueños
en forma de pájaros.
Que vuelvan los que ya
se fueron. La Luna que
encendieron les reserva
una corona de plata.