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Puertas que van a dar al mar o al amar,
puertas por donde se ingresa inexorablemente
al olvido, puertas como ganzúas, puertas
abiertas al vértigo de las pesadillas, puertas
en abandono, enmohecidas, pesarosas,
aguardando el día de la demolición, puertas
en espera de la llave que jamás las ha de abrir,
puertas por donde huyen estrellas y leones,
puertas como labios incitando al peligro,
puertas coronadas de enredaderas y silencio,
puertas de una sola hoja, en medio de la
agonía del otoño, puertas tapiadas con
piedras y fantasmas, puertas abatidas que
ardieron vivas y sobrevivieron al incendio,
puertas pintarrajeadas como las mujeres de la
noche, puertas que conducen a ninguna
puerta, puertas que enloquecen a quienes las
trasponen, puertas sin centinelas, sin historia,
a tientas, sin el ojo de la cerradura, puertas
enfermas, contagiadas de los descalabros,
irreparables del amor, puertas sin dinteles, ni
ventanas clausuradas en soledad como los
párpados, los monasterios o las lápidas,
puertas infinitas como túneles de rápidos
espejos, puertas que enmudecieron para
siempre como los torturados.