Lima, 15 / VI / 88

 

Para Arturo Corcuera

 

Siempre querido, Arturo:

En mis sueños y ensueños, lloré, por vez primera en largos años, debido a que ayer no pude verte por mi enfermedad. Pero oí tu voz, -sonoridad de la poesía veraz y sin atuendos- y sentí la imperativa necesidad de repetirte: gracias, ¡gratitudes mil por la más grande sonoridad vertical, para la modestia longitudinal de quien escucha en ti -sencilleces revolucionarias aparte- a la poesía que quedará en el Perú, repicando -con nuevos aleluyas (?)- el loor a la poesía del hombre y al servicio de la humanidad.

¡Gracias a ti, poeta!

Gus